No hay productos en el carrito.
"No somos una parafarmacia más. Somos la parafarmacia con la que siempre puedes contar."
*Envío gratis si compras 59€: Saber mas
No hay productos en el carrito.
La memoria es probablemente una de las capacidades de tipo cognitivo que más relevancia tienen a la hora de organizar nuestra vida.
La capacidad de recordar nuestra historia e identidad, de conservar nuestras vivencias y de mantener en la mente lo que acabamos de hacer o lo que tenemos que hacer son elementos que se derivan en gran medida de diferentes tipos de memoria, siendo el deterioro de esta capacidad motivo de preocupación para la mayoría de personas.
Las llaves, el celular, una cita, el nombre de un colega, lo que había que comprar en el supermercado… muchos perdemos y olvidamos cosas varias veces al día.
Pero ¿cómo saber cuándo se trata de un despiste por mera distracción y cuándo de un incipiente problema de salud?
Para empezar, un dato que puede tomar por sorpresa a muchos y deprimir a otros tantos: “Lo creas o no, la memoria alcanza su punto máximo a los 20“
Eso explicaría por qué es más fácil aprender un idioma o estudiar una carrera cuando somos más jóvenes. A partir de ahí nuestra capacidad va disminuyendo en una línea “bastante recta”, así que nuestra memoria a los 30 y a los 40 ya no es tan buena como a los 20.
Olvidar ciertas cosas o tardar más en acordarse de otras es parte del proceso normal de envejecimiento, pero éste no lleva a una pérdida radical de la memoria salvo que existan enfermedades implicadas.
Las personas de avanzada edad no son las únicas afectadas, ya que la pérdida de memoria también afecta a los adolescentes y adultos jóvenes.
Se ha observado que cada vez más gente joven sufre un trastorno conocido como “discapacidad cognitiva subjetiva” o “síndrome de la vida ocupada”.
Existen diferentes factores que afectan a la pérdida de memoria inusual, tanto en jóvenes como en personas mayores:
Quizá los problemas de memoria y atención sean solo una consecuencia del estilo de vida tan frenético que llevamos. Esto es, largas jornadas de trabajo, preocupaciones y bombardeo de información constante a través del móvil, la televisión, el ordenador…
Tener mil cosas en la cabeza, sumado a la falta de descanso, puede traducirse en una menor capacidad de atención y efectos negativos sobre la memoria.
Estrés o Ansiedad: Problemas emocionales tales como el estrés, la ansiedad o la depresión, pueden hacer que una persona sea más olvidadiza o despistada, e incluso en ocasiones puede hacer que se sienta desorientada. La confusión que provoca este tipo de problemas suele ser de carácter temporal, pues lo más normal es que desaparezcan cuando los sentimientos del paciente van disminuyendo.
Consumo de alcohol, uso de drogas, infecciones cerebrales (enfermedad de Lyme, sífilis, VIH/SIDA).
Lo más común es que exista un déficit de vitaminas B6, B12 y B9 en la alimentación.
Abuso de barbitúricos o benzodiacepinas.
Así mismo, el origen de la pérdida de memoria podría estar en enfermedades neurodegenerativas, entre ellas el párkinson y la esclerosis múltiple.
Dormir bien y lo suficiente, para no estar cansados y también para darle oportunidad a nuestro cerebro de que procese la memoria desde el “almacén temporal” de la memoria a corto plazo al “almacén permanente” de recuerdos a largo plazo.
Prestar más atención. Muchas veces no recordamos cosas porque estamos distraídos o estresados haciendo mucho sin prestar atención, aunque no haya un deterioro cognitivo. La meditación de tipo “atención plena” o mindfulness puede ser una buena estrategia para ayudar a nuestra memoria.
Hacer ejercicio: “la solución mágica”. “Es increíble todas las cosas a las que hacer ejercicio puede ayudar”. El ejercicio puede ayudar a mejorar el estado de ánimo tanto como cualquier antidepresivo”, “y también el sueño”, que es clave para la memoria.
“El ejercicio también desencadena factores de crecimiento en el cerebro, algo que puede aumentar el tamaño del hipocampo, que es la parte donde se forman los nuevos recuerdos”.
“También se ha demostrado que mejora la memoria en adultos jóvenes y sanos y que retrasa el declive de la memoria en los pacientes que están en las etapas más tempranas del Alzheimer”.
Planificar y apuntar las tareas a realizar y gestionar mejor el tiempo para llevarlas a cabo.
El tratamiento siempre se establecerá en función de cuál es la causa de la pérdida de memoria. Cuando la mala memoria es temporal y está ocasionada por problemas emocionales, la recomendación es buscar ayuda psicológica y contar con el apoyo familiar.
Son numerosos los estudios que avalan la relación directa entre la química cerebral y la alimentación. No obstante, la dieta actual ha bajado en gran medida el consumo de alimentos potenciadores de la actividad cerebral. Ello se debe al incremento de consumo de alimentos procesados. Dichos alimentos contienen elevadas cantidades de grasas saturadas, las cuales producen un empeoramiento de la actividad cerebral. Los alimentos que ingerimos son muy importantes para la prevención y el mantenimiento de nuestra salud física, pero también psíquica, influyendo en procesos cognitivos como la memoria y la concentración.
Todos los nutrientes que ingerimos son importantes para el correcto funcionamiento, no obstante, hay algunos que nos ayudan a fomentar la estimulación de determinadas funciones cognitivas como la memoria y la concentración, gracias a los cambios producidos a largo plazo en la estructura y la química cerebral asociados a determinados alimentos.
Por ello, veamos los alimentos que favorecen la estimulación de las funciones cognitivas, concretamente, los alimentos para la concentración y la memoria:
Dentro de este marco, es recomendable que combines la práctica de ejercicio de mayor o menor intensidad, con una alimentación variada. Un ejemplo de ello, puede ser la dieta mediterránea, ahora bien, podemos recurrir sobre esta base al complemento de un soporte nutricional y vitamínico que potencie una determinada carencia.
La falta de algunas vitaminas y minerales puede causarle daños degenerativos. Tales como: pérdida de la memoria, imposibilidad de concentración, cansancio o decaimiento. Estos complementos te ayudan a suplir las deficiencias que requiere el cerebro para su correcto funcionamiento:
Una buena aportación de nutrientes adaptada al funcionamiento del cerebro y del sistema nervioso, así como un entrenamiento mental regular hasta edades avanzadas, son importantes para preservar la memoria, la capacidad de aprendizaje y la buena forma mental.
Activa tu energía mental. La vitamina B6 contribuye a la función psicológica normal, al metabolismo energético normal y ayuda a disminuir el cansancio y la fatiga.
Me gusta abrazar con el alma, porque ella llega donde mis brazos no pueden